Unos días antes de la Navidad de 2002 apareció en las inmediaciones de la facultad de veterinaria de Zaragoza, un perro mestizo Pastor Alemán de unos 2 meses de edad. Estaba asustado y hambriento.
No era la primera vez que ésto ocurría, ya que sabiendo que la facultad estaba repleta de amantes de los animales, las personas que querían deshacerse de sus mascotas, las dejaban abandonadas a las puertas dedicha facultad.
Recuerdo todavía los ojos marrones que me miraban suplicantes para que lo cogiera en brazos y claro está, así lo hice. Lo llevé a mi piso de estudiante y conseguimos una casa para él, se llamaría Tombo y gracias a la generosidad de la familia de mi entonces novio y ahora marido, Tombo tiene un hogar, dónde disfruta de espacio para jugar y correr.
Ahora es ya un abuelito pero no pierde la alegría y nos recuerda cada día que los perros mestizos y abandonados son la elección perfecta.
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